Desde la última vez que escribí, muchas cosas han ocurrido a nivel global...
Lamentablemente, nada bueno, nada que resaltar para celebrar o festejar...
Seguimos rumbo al despeñadero en que las élites globales se empeñan en llevarnos, debido a sus ansias de poder, las cuales son más poderosas que el sentido común y la conciencia que debería reinar en quienes se dicen líderes mundiales.
Quizás mis palabras suenen pesimistas, pero no se puede esconder el sol con un dedo y la guerra global cada día está más cerca y es más probable, lamentablemente el modernismo, la tecnología y el desarrollo, no han servido de mucho para alcanzar un estado de conciencia que frene la locura y el afán de destruirnos los unos a los otros en pos del poder.
Es así como vemos el armamentismo creciente, el injerencismos rampante y campante, junto a las alianzas de bloques poderosos que se amenazan, sin importar la destrucción y las vidas inocentes que se puedan perder gracias a sus acciones diseñadas y planeadas estratégicamente para causar el mayor daño posible en el contrario.
Mientras tanto, los pueblos humildes, quienes no tienen voz ni voto en tales decisiones, solo pueden observar con resignación y profunda impotencia, como el mundo marcha a su destrucción, siendo estos pueblos los que siempre llevarán la mayor carga y sufrimiento por los daños "colaterales" que dichas pugnas ocasionen.
Desde esta ventana que siempre estará abierta al humanismo, la justicia social, el amor y la verdad, se hace un llamado urgente a los líderes mundiales para que prive la sensatez y secén los odios entre hermanos y hermanas, porque todos formamos parte de un único hogar al que llamamos tierra y el cual debemos preservar y compartir sin mezquindades ni egoísmos.
El respeto al derecho ajeno debe prevalecer, siempre y cuando ese derecho no afecte a otros, las imposiciones para que se adopten ideologías, creencias, costumbres y formas de vida diferentes a las propias o individualmente decididas, deben cesar.
Cada quien debe ser libre para vivir como desee, repito, respetando el derecho ajeno y compartiendo lo que sencillamente es de todos como el medio ambiente, destacando, el aire, agua y alimentos que de manera natural y sin egoísmo nos brinda la naturaleza.
Basta de injerencismos e imposiciones de quienes circunstancialmente son más poderosos porque tienen mayor poder económico o armamentístico, pero nada de humanismo ni solidaridad.
La hipocresía de quienes se aferran a conceptos como democracia, libertad y patriotismo para justificar y/o enmascarar su xenofobia, racismo, egoísmo y hasta nazismo, debe desaparecer porque si no, será la humanidad la que desaparecerá.
Mi llamado es al amor, la solidaridad y la comprensión como armas infalibles en estos tiempos en los que los tambores de guerra suenan en todos lados y el poder para destruir nuestro hermoso planeta azul ya no está en manos de unos pocos.
Un abrazo solidario y revolucionario donde sea que estés tú, a quien agradezco profundamente por leerme y por quizás hacerte solidario o solidaria con estas reflexiones que son un llamado a la vida, la paz y el amor.
¡Carajo, hagamos el amor, no la guerra!
David C.
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