Días turbios...
Días, donde el sosiego escasea...
Donde las tribulaciones a nivel global, atormentan mentes y corazones...
Muy a pesar del deseo de millones, la naturaleza humana, no hace más que confirmarse...
La genética humana, basada en la violencia y la intolerancia, donde el poderoso prevalece sobre el débil es invariable, el modernismo así cómo la tecnología, solo contribuyen en afianzarla y fortalecerla, precisamente en detrimento de la humanidad.
Es así como llegamos a estos días en los que nos encontramos deseando que nada pase, que alguien con una pisca de conciencia y el poder suficiente, pueda decir basta a la inconsciencia y locura que nos empuja casi que de manera inequívoca a la catástrofe global.
La triste realidad de un mundo dividido en islas de bienestar y poder que se sostienen sobre inmensas injusticias sociales y humanas, es el "pan nuestro de cada día".
Muchos creyeron que el desarrollo humano basado en el estudio de ciencias como la filosofía, el arte y la historia entre otras, harían cambiar al hombre que desde sus orígenes se guía por instintos básicos y egoístas.
La tecnología, en muchos casos ha contribuido al desarrollo de la humanidad, pero básicamente le ha dado herramientas a los poderosos para que el día menos pensado acaben con ella misma.
Una vez más mi llamado es a la conciencia, el respeto por el derecho ajeno y el amor que debe ser el alfa y el omega que guíe cada uno de nuestros actos.
En días como los actuales en los que las tribulaciones no cesan y donde quiera hay dolor, odio y temor, no me queda más que llamar a la reconciliación, la empatía y la resiliencia, porque aunque no lo parezca y como lo afirman mis amigas argentinas "el odio jamás vencerá al amor".
Tú que me lees, quizás estás deprimida o deprimido, triste y sin ganas de continuar, te digo: Siempre habrá un mañana, siempre habrá un motivo para sonreír y amar, no hagamos virales las cosas malas y negativas, pero si las positivas que nos reconforten.
No es momento para quejas y sollozos, es momento para buscar al amigo o amiga, al esposo o esposa, al compañero o compañera, al amante, a quienes en general sueñan con un mundo mejor para que juntos y juntas luchemos por un mundo más justo, libre de fascismo, libre de odio y maldad.
Estamos más cerca que nunca de un conflicto global, ojalá que no ocurra, pero si sucede es nuestro deber tenderle la mano a quien lo necesite y apoyar al desvalido, solo así sobreviviremos a este reto existencial que no deseamos, pero que los poderosos se empeñan en imponernos a sangre y fuego.
Por ahora solo me queda recordarles que no se guíen por influencers o noticias catastrofistas que solo buscan neurotizar individualidades, poblaciones y naciones. Las redes sociales son un arma de doble filo que en muchas ocasiones son herramientas del mal y la perversión que busca acabar con la humanidad.
Un abrazo donde quiera que estés y recuerda:
Haz el amor, no la guerra...
David C.